16 julio, 2009

Nuestra salida de San Diego

Comenzamos la odisea el día martes antes del viaje, día en el que decidimos entregar el departamento y quedar libres para el día del vuelo. Lamentablemente, y cosa que se nos escapó de las manos, muchas cosas chicas quedaban dando vueltas en el departamento hasta última hora. Fue un día de locos sacar y sacar cosas de la casa, ya fueran para el basurero, para donación o de regalo a una amiga que vivía muy cerca. Acordamos la entrega de las llaves a las 3 de la tarde con la dueña. Pero en vista de lo atrasados que estábamos acordamos dos horas más: a las 5pm.

A esa altura ya teníamos casi todo listo y ella misma se asombro al ver que aún teníamos algunas cosas. Cual fue nuestra sorpresa y nuestro sentimiento de desalojo cuando a los minutos llega la nueva arrendataria con su mamá a recibir el departamento… fue estresante al vernos invadidos y apurados. Pero ya teníamos claro que dejamos muchas cosas a última hora.

Finalmente, desalojando a la rápida el departamento nos vimos de repente afuera del condominio, con cosas metidas en una Van que habíamos arrendado y un muchas bolsas y cajas alrededor nuestro. Prácticamente en la calle! Como decía Sebastian en ese momento nuestra vida estaba metida en esa Van.

Nos quedaban algunos “tramites” por hacer ese mismo día, debíamos entregar algunos encargos de última entrega, como unos pisos y unos colchones inflables. Pero la cita era alrededor de las 8 de la noche, así que, para hacer hora, llevamos a Sergio a despedirse y pasar los últimos momentos con su polola. Ya se habían despedido el día anterior, pero ya que teníamos tiempo lo llevamos para que pasaran unos minutos mas juntos.

Después de esta última cita y de hacer nuestras entregas pasamos la noche en un Motel en San Diego. No muy lejos del centro de la ciudad.

Al día siguiente, tomamos nuestra Van arrendada, llena de nuestras mas queridas y necesitadas pertenencias, y partimos rumbo a Los Angeles, desde donde partía el avión hacia nuevas tierras. Debo confesar que al mirar por última vez los ya conocidos paisajes de San Diego por la carretera I-5 me emocioné. Pasamos gratos e importantes momentos en esta ciudad, aprendimos muchas cosas nuevas e hicimos nuevas amistades. Creo que uno deja parte de su energía o de su ser en los lugares en los que vive, por lo que algo de uno queda por siempre ahi y San Diego fue nuestro hogar por los últimos dos años y medio. Florencia prácticamente no recuerda su vida en Chile, era muy chica cuando lo dejó, por lo tanto su corta y recordada vida ha transcurrido aquí, y Sergio hizo queridos amigos y estableció una relación, lo que lo lleva a nuestra nueva aventura muy triste. Y a nosotros también.

Aprovechamos el día en LA comiendo en el Little Tokio y llevamos a los niños a jugar en el famoso Muelle Santa Mónica. A la hora de la partida se nos aprieta la guata y comenzamos a dimensionar que nuestra odisea está por comenzar.

La hora del aeropuerto fue de locos. No calculamos muy bien la hora, asi que llegamos un poco justos, además teníamos que acomodar un poco algunas cosas en las maletas y gracias a una pesa de mano distribuimos el peso para no pasarnos de los límites permitidos para cada pieza. El counter de nuestro vuelo estaba lleno, mucha gente y nosotros con muchísimas maletas. Cuando recién nos desocupamos con el chequeo de las maletas ya era hora de ir a nuestra puerta y embarcar. No hubo tiempo de cambio de ropa o de comer algo, cosa que habíamos pensado. Corrimos todo ese tiempo, y pudimos respirar solo al sentarnos dentro del avión.

Muchas veces nos miramos a los ojos con Sebastian y decimos: por que estamos tan locos?… esto de los viajes y los cambios, de vender y dejar todo en un lugar, cosas que te toman tiempo y sacrificios lograr y buscar otro rumbo, partir con lo justo y necesario… Quizás es el afán de lograr en la vida cosas más allá de lo material, de las “cosas” que podemos obtener. Nunca nos ha motivado el buscar el éxito en hacernos ricos u obtener lo mejor o más caro. Claro que nos gusta darnos nuestros lujos, pero es algo que va más allá. Nos gustan los viajes porque nos encanta mirar y apreciar la belleza de otros parajes, nos gusta aprender porque así puedes compartir más objetivos en común y como persona creces y obtienes experiencias nuevas; y nos gusta explorar, conocer gente y otras realidades.

Esperamos que todo este gitaneo traiga grandes beneficios a nuestros hijos, nosotros podemos decir que nos llena y nos gusta, pero a ellos nosotros los llevamos “obligados”. Supongo que con esto inculcaremos el bichito de la aventura, el gusto por los viajes y la curiosidad de conocer más allá de sus horizontes. Lo que me parece fascinante ya que yo en mis años mozos ni abría imaginado conocer ni Buenos Aires! Hasta que descubrí mi alma patiperra al empezar a viajar con Sebastian. Pero por otro lado no quiero que pierdan su identidad, sus raíces, puede pasar, que al volver a Chile no lo reconozcan como su casa, cosa que ha pasado con personas que dejan su país a muy temprana edad. El tiempo lo dirá.

Seguramente muchos dirán que no serían capaces de las cosas que hacemos, y es cierto que hay otros que si lo son, como nosotros. Como dijo mi amiga Carmen somos tal para cual, porque hace muchísimos años yo le dije a Sebastian que lo seguiría hasta la China… hasta ahora no me ha propuesto ese destino, pero uno nunca sabe 

Esta historia continuará...

3 comentarios:

Carmen Claudia Molina Espinoza dijo...

Amiga por fin escribiste en tu blog, estaba ansiosa de saber de ti.
Estoy muy contenta de leer que estas bien, a pesar de tu ajetreado viaje.
Vi las fotos de tu nueva casa en facebook, es una casa muy linda y se ve más acogedora.
Espero seas muy feliz en esta nueva aventura, dale mis saludos a toda tu familia.
Te quiere,

Carmen Molina

catita dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
catita dijo...

pucha que lata que los hecharon apurados de su casita en san Diego...pero nosotros (Niran Y yo) los esperabamos en Australia, Sydney con los brazos abiertos y harto carino!!!!